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El Museo Nacional de Historia Industrial abrió sus puertas en agosto de 2016. La conservadora de las colecciones del museo, Andria Zaia, declaró que su objetivo era “forjar una conexión entre el pasado industrial de Estados Unidos y las innovaciones de hoy, educando al público e inspirando a los visionarios del mañana.”
El National Museum of Industrial History en Bethlehem
El museo ocupa el antiguo edificio de la planta de Bethlehem Steel, que había sido renovado muchas veces en años anteriores. La planta siderúrgica lleva cerrada desde 1995, pero se le ha dado vida con conciertos, senderos históricos y ahora es un museo a tiempo completo. Bethlehem Steel había sido el principal constructor naval del país y su segundo productor de acero Aunque la industria siderúrgica ha abandonado la zona de Bethlehem, su historia permanece.
Cada una de las exposiciones representa un aspecto diferente de la historia industrial de Pensilvania y de la nación. El museo es el primer afiliado al Smithsonian.
El museo se propuso en la década de 1990, pero se dejó de lado debido a cuestiones legales que impidieron la autorización para su apertura hasta 2015. Durante los primeros años se recaudaron casi 17 millones de dólares. El retraso provocó una investigación del gran jurado estatal, cuyo informe de 2014 concluyó que el museo adolecía de una grave mala gestión y despilfarro de fondos públicos y privados. El jurado remitió el asunto a la oficina del fiscal general, pero este no encontró pruebas de infracciones penales o malversación de fondos y concluyó que el museo era financieramente viable. Su oficina dio al museo un plazo de dos años para abrirlo o disolverlo.
La planificadora interpretativa Rosalind Remer diseñó y creó las exposiciones a tiempo, una hazaña que debería haber llevado tres años según Aaron Goldblatt, director del proyecto de diseño del museo.
